martes, 23 de enero de 2007

Pasaje: Aventuras del joven Mil Batallas

Mil Batallas sentado estaba en medio del la corte del rey Arsegrim "El Bondadoso" del reino de Thornmark, era el día 238 desde que había iniciado el duelo de la trova(1), enfrentándose al pequeño búho Buruhu. Había terminado de narra éste la historia del Mago Hamir y el gran Tigre de Al-Valen, cómo robaron la esmeralda del cinturón de sultán Ibn-Aroun, la preciosa Rigel, para poder usar sus ocultos poderes para combatir los malignos poderes del demonio Ishtarion. Era una antigua leyenda del lejano mundo, difícil de conocer su origen ya que sólo los Buhos de los Boques la habían recopilado.

Estaban todos los presentes maravillados por la elocuencia de Buruhu, casi podían sentir que el Gran Tigre entraría a la sala con sus ojos de fuego rugiendo como el trueno. Mil Batallas no dejaba de sorprenderse por la habilidad de su oponente. Pues llegaba su turno y aún no pensaba él en qué relato elegir para mostrar igual nivel, ya que una historia popular no podía competir ante la genial y poca conocida narración como la que acababa de escuchar.

Hasta que una parte del relato hizo eco en su cabeza: "Y brillaba Rigel en el cinturón del Sultán como una flameante llama de fuego dorado, como si hubiera caído desde el cielo para ceñirle el sable."
Observaba el cielo y veía cómo brillaban las estrellas en el límpido firmamento. Empezó a nombrarlas en silencio, una a una: Alnitak, Nair-Al-Saiph, Mintaka...

...Rigel

Sin duda alguna era la constelación de Orión, lo cual le trajo viejos recuerdos de su niñez, cuando un vagabundo al cual su padre acogía en su casa de vez en cuando le contaba viejos relatos olvidados en la memoria de los hombres. Y allí, cierta vez observando las estrellas con el extraño catalejo de este personaje oyó de la leyenda de Erebos, guardián de la preciada Rigel, la gema del alfa y el omega (que era precisamente la misma de la aventura de Hamir, es largo el camino antes de que fuera encargada a la orden de los caballeros de la triste figura). Es una historia larga, con muchas lagunas y pocos desenlaces conocidos, pues la tradición rescató muy poco de los días ancestrales. Era su única salida.

-Ejem! A la alta corte de su majestad Arsegrim, príncipes, marqueses, duques, condes y lores; alquimistas y magos; soldados y sirvientes; fiel público hijos de hombres y búhos.
Os voy a contar uno de los pasajes de la leyenda de Erebos...

Y antes de que pudiera seguir interrumpió el búho:

-Pues es una historia muy famosa en mi pueblo: Erebos y el viaje al desierto glacial o el guerrero que escapó a Caronte. Es contada a los pequeños antes de dormir por generaciones.

En las reglas de trova es una estrategia muy conocida (y a la vez aborrecida) la de restar originalidad a la obra que el rival va a presentar, una de las formas más recurrentes es hacer saber al jurado cuál es la historia que va a contar, lo cual resta mucho dramatismo ya que uno de los presentes ya la conoce y más aún si la cuenta la trama al público antes que su oponente.

Mil Batallas abatido por el movimiento del búho casi se deja llevar por la desazón y renunciar a aquella jornada, arriesgando la victoria. Sin embargo su ánimo era de un material más duro de corromper. Un recuerdo breve y repentino de aquel hombre al cual guardaba gran estima,
al cual sólo conocía como Caminante le dio la solución: "No siempre fue Erebos un héroe. Ponme mucha atención, ahora escucharás la parte que jamás podrás oír de ninguna de las altas academias..."

-No mi estimado búho- respondió - esta es la oscura historia de Erebos el corruptor, guardián caído.

-No me tomes las plumas- exclamó Buruhu -Erebos fue siempre un héroe y dio su vida por proteger a su pueblo y para alejar a la joya de los malignos.

-Escucha bien entonces, pues os presentaré la parte que jamás podrás oír de ninguna de las altas academias, ni de los búhos, ni de los hombres...

Los sabios se revolvían en sus asientos, era este una disparatada invención y gran atrevimiento. Osado era este joven por ensuciar el nombre tan intachable héroe de los días ancestrales y además desafiar los conocimientos de la academia real. Para qué hablar de los magos y alquimistas de la sacra academia, instruidos también en esta leyenda.

-Más de una vez el poderoso Erebos fue tentado por el poder maligno para aliarse a las tropas de la perdición. Dos veces recoge la tradición que rescato hoy en esta sala en las cuales Erebos abandonó el camino de la luz y cegado por el dolor cayó en la sombra. La segunda vez es la que quiero que escuchéis

Era Erebos un joven guerrero y aspirante de mago, aún no dominaba ninguna de tales artes a la perfección en el punto de este relato. Sin embargo ya empezaba a mostrar su potencial...

Empezó el relato desde que Erebos saltó desde la barca de Caronte gracias a la dama de la montaña desde la barca de Caronte (muchos de los presentes dudaban de que existiera tal dama, atribuyendole su aparición a alguna corrección muy posterior a los días ancestrales y fuera de la historia original), hasta la llegada a los lindes del bosque-desierto boreal(2).

Fue la parte más recordada y mejor representada por los cronistas aquella que constituia el centro de la trama: La caída de Erebos.

-Ya había cruzado las puertas del inframundo una vez Erebos en busca del poder supremo, sin embargo recapacitando dejo las llamas y volvió a la tierra. Estuvo a punto de retornar para pagar la afrenta de invadir el Tártaro a la divinidad de los castigados, mas le salvó la bella dama de la montaña. Sin embargo estando en el desierto glacial se urdió su caída. Soportó una terrible noche boreal de la que pocos se han atrevido a recordar, entre ellos no se cuenta mi mentor, con la armadura despedazada, perdida para siempre la magnífica espada Saiph, en el suelo el sólido cinturón Nair despojado de la piedra Rigel, la cota rasgada y la armadura casi deshecha, herido de gravedad, pero aún en pie desafiante tras una evidente batalla y con ánimos de seguir luchando por permanecer en tal lugar. Pero no fue ningunos de estos peligros el origen de la oscuridad que le alcanzaría.

Escuchó un suave canto de la gentil dama desde lo más profundo del bosque, era más bien una melodía de dolor, la llamda al señor de la montaña, del cual había huido.

La desazón de apoderó de Erebos, cayó al suelo negando la vida que le había sido otorgada. Maldijo a la nieve, los árboles, a cada partícula viviente o no de aquel desierto.

-¡Que inútil esfuerzo soportar esta pocilga de hielo para morir bajo los efectos de tan cruel cuchillo!.

La ira y la pena combinados no son buenos compañeros, el joven Erebos perdió la esperanza a la cual había confiado su vida y destino. No le quedaba nada más que trozos, de sus bienes y de su alma. Volvieron a aparecer en todo su cuerpo las marcas del destino, pues pocas veces es recordado que Erebos nació en el día de los despojados, aquellos que negaron el camino de los sabios de la luz y se arrastraron por las sombras del inframundo. Era el elegido para devolver el reino de la tierra al soberano maligno, por lo cual le conocían como El Corruptor, sin embargo su destino fue todo lo contrario. Al menos hasta este momento.

Apareció a su lado, emergiendo de la tierra un hombre de finos rasgos, parecido a una divinidad. Tenía la mirada fría y burlona, se notaba un aire mailgno a su alrededor.

-Te lo dije Erebos- Habló por fin aquel personaje- el camino de los mortales no es muy diferente al nuestro. Sólo que con nuestra compañía tu serías el rey.

-Naab, viejo demonio- respondio Erebos -Viniste a darme sermones o a mofarte de mis pesares. O tal vez ambas a la vez.

-jajajajaja, en parte, sí. Sin embargo aún sigue en pie la oferta. Sólo tómala y podrás cobrarte todas una por una.

Esto era lo que buscaba el soberano de las tinieblas, provocar en Erebos tal desconcierto para poder atraerlo a su lado. Fue un golpe de suerte, tal vez si Caronte lo hubiera llevado el desenlace no sería favorable a sus propósitos. Erebos callaba

-Qué dices pequeña bestia- insistió Naab -De todas maneras, nada has de perder y más abajo del inframundo no caerás.

Volvió a cantar la dama de la montaña su lamento y Erebos enardecido respondió:

-Dile a tu amo que iré a tratar personalmente con él los términos de su acuerdo. Y traeme mis viejas ropas de campaña, esta armadura sagrada empieza a irritarme.

Presto Naab, usando un conjuro, le proporcionó la armadura y le trajo a la espada Fobos, una de las más terroríficas que se han forjado, ningún mortal común podría resistir siquiera empuñarla, pues caería presa de la locura y el miedo.

-Sólo recuerda que soy colaborador, pero jamás siervo- dijo Erebos- Si sigo a esa bestia hipócrita es sólo por que el destino me lo ha revelado, no por que le rinda homenaje. Y esto queda entre nosotros Naab, tu amo se quedará dónde está, bien abajo. Este mundo lo quiero para mí, si él interfiere me encargo personalmente de encerrarlo en el viejo sello.

Y así Erebos siguió una senda de egoísmo e injusticia. Si antes causó dolor si ser así su voluntad, ahora lo provocaba por el placer de dispensarlo.

No sabemos cuánto duró esta caída antes de que su alma sanara, cómo los acontecimientos lo llevaron a ser el héroe que rescataría a la joya Rigel de las manos de los samagodos, cómo volvió a trabajar en nombre de la flama y ser el guerrero que protegería a su pueblo de los males del mundo de los días ancestrales.

Sólo nos queda creer. El bien engendra siempre bien, a su vez el mal engendra mal. Pero pocos conocen la otra vía de la fortuna: cuando el mal puede engendrar bien. Es un camino que nace de la ignorancia pero que guarda una fuerte sabiduría. Es un misterio, y cuando los misterios de la vida envuelven a una extraordinaria historia han de convertirse en leyenda.

-Hijo, felicitaciones- por fin exclamó Arsegrim- gran historia y tu narración es tan real como el fuego de esta chimenea: cálida, luminosa, nítida, puedo verla claramente y si me acerco mucho puedo hasta quemarme. Pero dime ¿Quién te enseñó este relato?, pues ninguno de nosotros parece conocer este punto de la saga de Erebos. Debió haber sido un gran sabio, algún alto maestro probablemente.

Con expresión de pena, Mil Batallas respondió

-Pues no lo sé. Nunca supe cómo se llamaba, sólo lo llamabamos el caminante. Sólo recuerdo que iba siempre con un libro consigo, era lo que más llamaba la atención, pues antes de leer un relato me decía:

Pon atención hijo mío,
pues nada de lo que ahora haré olvidarás.
Cada palabra, cada expresión recordarás.
Pues de mi fuente tu recipiente rebalsará.

Esta es una vieja historia
Contada por un viejo
y recogida de otros ancianos más
Esta es nuestra herencia, recíbela

Oid mis palabras, pues la tradición...

...ha de dictar- completó un viejo mago desde un rincón de la chimenea. Era precisamente el gran Foradhran, Maestre de la Sacra Academia de las Altas Artes quien había interrumpido.
-Hijo, eres un tesoro-continuó Foradhran-. Pues tu maestro no es nada más ni nada menos que El Ermitaño, aquel cuyo nombre nadie recuerda pero cuyas hazañas y sabiduría quedaron inscritas dentro de nuestra memoria. ¿Cómo uno de los herederos de los poderes supremos dejó su estudio para dar lecciones? Esto debemos averiguarlo, puede ser algo maravilloso, pero a la vez terrible...

Con una sombra de duda se cerró al amanecer el duelo entre Mil Batallas y Buruhu. El día siguiente prometía muchas dudas que serían resueltas. Pero no por completo.



Algún día continuará

___________________
(1)Duelo de la trova: Competencia común que se realizaba desde las más humildes cantinas, hasta los más altos palacios, pasando por plazas públicas y teatros. Su objetivo era enfrentar a dos o más trovadores, cantantes, poetas, bardos o cualquier artista de las letras para elegir al más diestro. Se elegía al ganador bajo dos criterios: Cantidad de obras conocidas, calidad de la interpretación y se apreciaba de sobremanera la originalidad o "rareza" de la historia.
(2)Composición que puede encontrar en este blog. En ese entonces desconocía Mil Batallas el canto de Erebos y los acontecimientos de la Noche Boreal (los cuales recopilaría gracias a las tradiciones ancestrales de los búhos hiperboreales) .

3 comentarios:

Miguel Grammont dijo...

Creo que no tendrá ningún post, es muy largo, Apadeva ya me lo advirtió...

Mejor dejo de perder mi tiempo en vanas obras y armo bien a Mil Batallas.

Bastis dijo...

Jajajaja yo lo leí! completo, tú sabes tus obras me gustan mucho, me encantó esta, veo el futuro, un libro, nuestro Tolkien chileno! y soy su amiga! que emoción! jajaja

Excelente obra, una mezcla de saberes previos increible, al igual como sucedia con los buhos logras poner ante nuestros ojos la historia, casi la siento! bravo!

madame butterfly dijo...

la dama canta de dolor a su señor de la montaña...

solo él sabe el dolor que ella siente...

perdon por no continuar la historia en su momento...


magnánima obra

pronto tendrás noticias de la dama de la montaña... la historia aun no acaba...