domingo, 6 de mayo de 2007

Prólogo: "Memorias desde una isla de Providencia"

Gran Canaria, a 19 de Febrero del año de N.S. de 1607




-Me vuelvo- le dije a mi Alférez-, aún tengo cosas pendientes en la Península.

Mucho me había pasado en alta mar. Gracias a unas fiebres que me tomé en Cádiz, estuve durante todo el viaje postrado a mi camarote, delirando, viajando tal Dante hacia un Hades que estaba en mi propio ser... del cual resurgí, renací, con una idea clara: Presentar homenaje silente a mi dueña, aunque ello me quitara la razón, aunque su magnaminidad ahora la compartiese feliz con su par.

- Si debo esperar que mi buena estrella me sonría, seguiré el curso de una corriente infinita hacia un mar desconocido. No señor, no me sonríen los astros, pues no creo en ello- Le aseguré.

- Acá tenemos como para tres meses, amigo mío...- Don Daniel de Rojas se encogía los hombros.

Fue una semana de terror en La Mar Océano, en la que tuvimos la mala suerte de enfrentarnos a los vientos del Sur: Tormentas, vientos huracanados y olas del demonio nos menguaron, aunque conseguimos, como por milagro, llegar a puerto.

-…Como que sois de mal agüero Di Lione, si hubieseis osado decir lo anterior ante los marineros, te hubiesen lanzado por la borda. Aún, yo creo que vos fuisteis la razón de que el mar nos escupiera... Mejor os dejo en vuestra decisión. Tu destino no es largarte a Las Indias sin haber resuelto vuestro problema.

En ese momento pensé estar bajo la ventana de mi Bella Diana, observando su hermosa silueta, mientras se entretiene leyendo saberes. Esa ventana, la que nombré "ventana al mundo", la que me permite estar a escasos metros de ella, la que me impide abrazarla...

-Entonces parto cuanto antes, aunque... necesito una venia.

- Por mi ningún problema, soldado Luca Alessandro di Lione, pero debe de expedirla nuestro capitán, Don Manuel de Fuentevilla. Así que... dentro de una semana ven a verme.

-Yo le comprendo il mio signiore- le contesté en mi natal lengua.

Con una reverencia poco pomposa me despedí de este hombre bonachón (aunque soberbio, pedante, sabiondo, etc.), del que se dice que estuvo enamorado de Doña Diana de Betis, al igual que quien escribe. Si es por ello que se encontraba viajando a Las Indias, sinceramente lo desconozco.


. . .


Ahora, empacando mis escasas posesiones, me doy cuenta de que, al llegar a Cádiz, deberé calzarme nuevamente la máscara odiosa; aunque esta debe de ser distinta, más acorde con mi actual personalidad... con mi nueva visión de la vida, la muerte y el amor. Una máscara que se identifique con el plano épico que estoy dispuesto a desarrollar... Aunque, para ello deba terminar, de una vez por todas, con los fantasmas del pasado, que aún rondan como espejismos macabros. Debo de perpetuar el Nombre, aquel que conociste entre las fojas humildes que os entregué: Don Hamlet di Beliatio, Señor de La Penumbra Olvidada...

4 comentarios:

Hamlet di Beliatio dijo...

Este es el comienzo de una nueva serie de escritos que desarrollaré en conjunto con mi buen amico, Armando Octavio de Guzmán.
Debo de aclararos que, por motivos de fuerza mayor (en realidad, de conflictos computacionales), no podré presentaros el final de Omega-Alfa, ya que necesitaba de la plataforma de cierto programilla, que, gracias a una desconfiguración y posterior Formateo de mi PC... Se perdió toda la información...
Caundo pueda controlar esta situación, les prometo publicar cuanto antes él final (esperado final).

Pía dijo...

Pues si es el comienzo, que buen comienzo...
Estaré leyendo la continuación.

Miguel Grammont dijo...

Buena publicación!

No me referiré mucho al respecto pues me sería inevitable adelantar datos de manera inconsciente y la idea es un estado permanente de sorpresa...

Saludos

Unknown dijo...

gran viaje...particular decenlase, me encanta.. ambos han sabido mezclar sus mundos..( el mio esta pixelado) esto sera algo nunca visto..lo esperare con ansiedad