lunes, 14 de mayo de 2007

Canto a vuestra partida - saga de Mil Batallas

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Buruhu dormitaba apacible junto a la chimenea, cabeceando de vez en cuando la gran cabeza emplumada. De tanto en tanto abría los ojos naranjas y volvía a dormir. Era un fuego acogedor, inundaba toda la sala, como hecho por arte de magos. Foradhran reía desde un oscuro rincón del salón, leyendo un libro de hojas amarillas. De vez en cuando espantaba a una o dos polillas que hacían de media página su festín y luego volvía a reir.... Humor de magos.

Mil Batallas meditaba frente al amplio ventanal, perdido en pensamientos lejos del presente. La luna le iluminaba el rostro, mientras hipnotizado por los altos picos nevados dejaba caer una lágrima. Empezó a cantar con un hilo de voz:

Viento del sur, qué malas noticias traes
¿Te llevas las hojas del otoño?

¿Arrastras lágrimas de mis mejillas?
¿O acaso eres cómplice de su partida?
Cómplice de las alas de dragón

Vuelo raudo, a raz de suelo
en los campos, desafiando al viento
el que hoy te transporta lejos
nos arranca vuestra estampa
Y abandonados nos dejas

Sólo ayer bajaste de tu montura

y conversamos en la hierba
me contabas de los secretos del cielo
me traías noticias del mar
Sólo quería oír más


Poco puede oir de tu vida
de tus aventuras y viajes

de tus esperanzas y miedos

de tus caminos en el cielo y
tu morada en las altas cimas


Vuelves a tus tierras

a los campos que te vieron crecer

y desde este salón veo dónde te conocí
en mi recuerdo tus ojos vivirán
y si de nuevo nos encontramos...

sonreiré
me mirarás

no hablaré

ni hablarás

en tu dragón subiré

y despegarás

entre el sol y las nubes ...
...nos volveremos a encontrar.


Chisporroteó el fuego blanco en la chimenea. Buruhu se sobresaltó y Foradhran por un momento dejó de poner atención a su lectura. El búho murmuró algo y volvió a cerrar los grandes ojos. Foradhran tosió, miró con cierto aire de preocupación a Mil Batallas y volvió a su lectura. Sabían que a pesar de su nostalgia, mañana volvería a sonreir. Silencio mortal, y él seguía en el ventanal. Soltó otra lágrima y aún buscaba explicación a su tristeza. Con un suspiro se despidió de la luna, de aquella dama y salió del salón hacia sus aposentos. Recordó que hace muchos años atrás en aquel mismo campo, siendo apenas un niño, él esperaba la audiencia para entrar al servicio de Arsegrim III. En aquel mismo campo de día, un par de años después de entrar al palacio, descansaba y meditaba para enfrentar el duelo de la trova. Y años más tarde conocería a aquella jinete por la cual elevaría este pequeño canto. Cerró con un pesado ruido los portones del salón.

Y reinó el silencio.

1 comentario:

Anónimo dijo...

bellisimo relato mi querido amigo...

te felicito nuevamente por tu maestria narrativa...
se fiel a tus ideales...

y cuidate mucho

madame butterfly