En lo alto de una colina vi su silueta
Gallardo, atrevido y sin un asomo de temor
Era la ira de los justos encarnada
Era el mismo miedo frente al enemigo
Y era nuestro comandante, en paz y combate.
Nuestro Roque, porque era uno de los nuestros.
Nuestro hermano pues siempre derramó su sangre
Por nosotros
Por nuestras causas
Codo a codo, al lado nuestro.
-0-
¿Cuántas veces burlamos a la muerte?
Le vimos el rostro sonriente de placer
Le vimos la expresión sombría en tensión
Aún así escapamos de sus afiladas garras
Jamás dobló a la espada la gudaña.
Tan arrojado, desafió a los mismos dioses
Y ellos, cobardes, ni siquiera bajaron del cielo
Seguros y poderosos en sus tronos sempiternos
Mientras en la tierra regía el señor del albo árbol
Resistiendo a las fuerzas de la ignorancia y la oscuridad.
¿Por qué nos dejas ahora, mi señor?
¿Por qué nos abandonas en medio de la batalla?
Pues la flama del oeste hoy ha menguado
Las siete estrellas han cedido a un cielo encapotado
Los presagios llaman a tu despedida, el viaje final.
Cómo hemos de recordarte, humilde caballero
Si no quisiste eregir palacio alguno
Si vuestro reino eran buestras botas
Y quienes calbalgabamos fieles con vos
Fuimos tu guardia, corte y súbditos.
¿Por qué partes en medio de la noche?
¿Por qué os retiras discreto en silencio?
Dejando a vuestros fieles camaradas
Sembrando negra pena y desaliento
Velando el futuro bajo un halo negro.
Y decides renunciar a tu vida, oh caballero
Dejar vuestro cuerpo en este plano existencial
Abandonar la espada mellada y el escudo trizado
Desprenderos de la armadura agrietada por mil batallas
Mientras los tuyos os preparamos para la última morada.
Adios al rey de la nobleza y la justicia
Caballero de los desemparados y custodio de la esperanza.
Muere contigo el valor y todas las causas nobles
Así también muere una parte de nuestros corazones
Y se inicia el principio del fin de una era dorada.
Escuchen los dioses nuestras últimas pelgarias
Otorguen paz y descanso a tu espíritu aguerrido
Den la eterna recompenza del caído en batalla
Y os sienten en el más altos de los escaños celestiales
Bebiendo ambrosía y néctar por la eternidad.
Así mismo imploramos a nuestra madre amada
engendradora de todas las criaturas que respiran
Que nos devuelva a tan ilustre hijo que hoy parte
Pues la parte muerta de nuestros corazones le acompaña
Pero aquella que aún no muere, se resiste a dejarte partir.
Por siempre contigo y en vuestro nombre
Hasta las puertas del averno y más allá
Levantamos espadas y sacamos nuestros sombreros
Y os saludan en profunda reverencia
Al más grande de todos los espectros.
Larga vida a nuestro Rey.
Roque inmortal
Gallardo, atrevido y sin un asomo de temor
Era la ira de los justos encarnada
Era el mismo miedo frente al enemigo
Y era nuestro comandante, en paz y combate.
Nuestro Roque, porque era uno de los nuestros.
Nuestro hermano pues siempre derramó su sangre
Por nosotros
Por nuestras causas
Codo a codo, al lado nuestro.
-0-
¿Cuántas veces burlamos a la muerte?
Le vimos el rostro sonriente de placer
Le vimos la expresión sombría en tensión
Aún así escapamos de sus afiladas garras
Jamás dobló a la espada la gudaña.
Tan arrojado, desafió a los mismos dioses
Y ellos, cobardes, ni siquiera bajaron del cielo
Seguros y poderosos en sus tronos sempiternos
Mientras en la tierra regía el señor del albo árbol
Resistiendo a las fuerzas de la ignorancia y la oscuridad.
¿Por qué nos dejas ahora, mi señor?
¿Por qué nos abandonas en medio de la batalla?
Pues la flama del oeste hoy ha menguado
Las siete estrellas han cedido a un cielo encapotado
Los presagios llaman a tu despedida, el viaje final.
Cómo hemos de recordarte, humilde caballero
Si no quisiste eregir palacio alguno
Si vuestro reino eran buestras botas
Y quienes calbalgabamos fieles con vos
Fuimos tu guardia, corte y súbditos.
¿Por qué partes en medio de la noche?
¿Por qué os retiras discreto en silencio?
Dejando a vuestros fieles camaradas
Sembrando negra pena y desaliento
Velando el futuro bajo un halo negro.
Y decides renunciar a tu vida, oh caballero
Dejar vuestro cuerpo en este plano existencial
Abandonar la espada mellada y el escudo trizado
Desprenderos de la armadura agrietada por mil batallas
Mientras los tuyos os preparamos para la última morada.
Adios al rey de la nobleza y la justicia
Caballero de los desemparados y custodio de la esperanza.
Muere contigo el valor y todas las causas nobles
Así también muere una parte de nuestros corazones
Y se inicia el principio del fin de una era dorada.
Escuchen los dioses nuestras últimas pelgarias
Otorguen paz y descanso a tu espíritu aguerrido
Den la eterna recompenza del caído en batalla
Y os sienten en el más altos de los escaños celestiales
Bebiendo ambrosía y néctar por la eternidad.
Así mismo imploramos a nuestra madre amada
engendradora de todas las criaturas que respiran
Que nos devuelva a tan ilustre hijo que hoy parte
Pues la parte muerta de nuestros corazones le acompaña
Pero aquella que aún no muere, se resiste a dejarte partir.
Por siempre contigo y en vuestro nombre
Hasta las puertas del averno y más allá
Levantamos espadas y sacamos nuestros sombreros
Y os saludan en profunda reverencia
Al más grande de todos los espectros.
Larga vida a nuestro Rey.
Roque inmortal
1 comentario:
Inmortal :-)
Publicar un comentario