lunes, 24 de septiembre de 2007

FANTASIAS DE UNA VIRGEN

Como una mujer, a través de los sueños puede cumplir sus más secretas fantasías…

Sentía unas manos suaves que recorrían su espalda de manera enérgica pero sensual. A medida que despierta de sus ensoñaciones, va tomando conciencia que se encuentra en el baño turco rodeada de mujeres y de olores exóticos que endulzaban el aire haciendo que se relajara, pero a la vez se asustara de la posición que se encontraba. Había sido llevada a ese palacio luego de ser vendida como esclava a un hombre muy importante pero a la vez con un halo de misterio que trascendía de los muros del palacio. Sabía que había sido escogida por su rara belleza, además que poseía algo muy extraño para una esclava, su virginidad. Sabia que era muy apetecida por los miembros masculinos del palacio, pero había sido obsequiada a un solo hombre, al amo absoluto, un amo que ni siquiera sabía como era. Mientras meditaba sobre todo esto iba siendo untada por aceites aromáticos por todo el cuerpo pálido pero bien formado. Era de estatura alta, senos grandes y cabello largo.

Luego de ser vestida por las mujeres del baño, fue conducida por un largo pasillo hasta una gran puerta adornada con los más hermosos diseños, la abrieron y fue empujada hacia el interior de la habitación y fue cerrada la puerta. A medida que fue adentrándose al lugar sintió como sus pezones se endurecían por el contacto de la suave tela de su vestido y su cabello se movía por la suave brisa que penetraba por las cortinas de una ventana. Se acercó al gran lecho que se encontraba en el centro de la habitación rodeada por velos que se mecían con la brisa y tocó los bordes de éstos. No se percató que se abría la puerta hasta que el misterioso visitante estuvo detrás de ella. Cuando éste comenzó a acariciar un mechón de sus cabellos, la mujer se sobresaltó y se dió la vuelta rápidamente, encontrándose con un hombre joven, piel dorada por el sol del desierto, cabellos negros y con un cuerpo musculoso pero proporcionado que se podía apreciar a través de la túnica que llevaba puesta. Al estar frente a él tuvo que alzar la cabeza para observar su rostro. Tenía unos ojos negros e hipnotizadores, además de unos rasgos bien cincelados. Se acercó al oído de la muchacha y le dijo con una voz ronca por el deseo.

- Por fin te tengo. Te esperaba ansioso y voy a satisfacer mi deseo así como también el tuyo.

Ella siente su mirada abrasadora, su instinto animal y su arrogancia natural. Con sus grandes pero suaves manos roza sus seños llenos, sus pezones pujantes a través de la tela, su vientre y más abajo donde enciende el fuego de su interior. Con un solo movimiento le desgarra la ropa y examina su desnudez como si sus manos la acariciaran, trató de ocultar sus senos y pubis con las manos pero él se acercó y apartó sus manos. Acaricia sus pechos de manera delicada haciéndola gemir de placer y acerca su boca hacia sus pezones, chapándolos, mordiéndolos haciendo que la mujer jadee y gima sin control. Siguió recorriendo su cuerpo, le acaricia las nalgas, las aprieta estremeciéndose, su pene excitado y duro como una roca se prieta contra el vientre de la mujer, la cual, siente curiosidad y lo toma entre sus manos lo acaricia sintiendo su dureza a través de la ropa lo cual trae como consecuencia que su centro se humedezca del placer. El hombre se aleja un poco y se saca rápidamente la ropa que le estorba. Luego toma a la mujer en brazos y la tira sobre la cama y se coloca sobre ella.

A medida que es acariciada por el hombre, la mujer gime con desesperación, pero también con miedo por lo que pueda ocurrir. Ella no sabía nada sobre estar con un hombre en el lecho, por lo que todo lo que realizaba era por instinto de hembra y por curiosidad. Él toma sus manos y las desliza sobre su cabeza aprisionándola con una de sus manos, la otra se acerca al monte de Venus hasta encontrar con su clítoris, el cual masajea mientras oye los gritos y jadeos de la mujer, avanza mas abajo hasta el centro del placer e introduce los dedos en su lubricada cueva. Se acomoda entre sus piernas y entierra su pene hasta el fondo de la mujer, la cual lanza un gemido de dolor y placer. Lo saca y lo vuelve a enterrar comenzando un movimiento que su compañera sigue sin tardanza. Ésta rodea la cintura del hombre con sus piernas empujándolo más hasta su interior lo que provoca los jadeos y gruñidos roncos del hombre que se mueve cada vez mas rápido hasta alcanzar las cumbres del placer, mientras acaricia el rostro y pechos de la joven además de succionar sus pezones.

Ella a medida que avanza en el éxtasis se siente en las nubes o como si hubiese tomado una droga que la llevara a un mar de sensaciones desconocidas. Al sentirse en la cima da su último grito y se desploma sobre la cama. Él lanza un aullido ronco y cae sobre ella saciado.

A medida que trascurría el tiempo, él la hizo suya muchas veces y de diferentes formas hasta que cayó rendida.

Ella sintió un sonido extraño, abrió los ojos y se dio cuenta que era el despertador y que todo lo sucedido había sido un sueño, un sueño de tal magnitud que creyó que fue real.


ATHENA

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