Primer Acto: Menguante Creación
Menguante cortés,
lloran mis opacos hablantes,
delinean el río de la tristeza
en un tiempo absorto,
en cenizas de árboles
que fueron robustos
como la sangre del joven,
caída en disturbios de la vida.
Mancillaros de ironías,
contaminaros por las vías confusas,
como este escrito…
como el diario vivir,
como el cómo y para qué,
dentro de las cátedras
de adoradores,
de serviles pasajeros...
¡Todos paranoicos!
Sinceridad de la divinidad,
de mármol, de oro y cristal…
de carne podrida
en morada ajustada
y de los opúsculos
que enceguecen a los absortos
Gracia a la inconstancia,
por la oportuna muestra de cordura:
Enseña perdida en mi creación.
Segundo Acto: Mea Tempora (11 de Julio)
Comportamientos del juicio
que premeditado dictó.
La resignación,
la tropa corriente de los días,
comprometedoras de sabores,
cual condenado al banquillo
del futuro entre las sombras
y el silencio…
…y me gusta así.
Me siento contento…
con tinto sería mejor…
Como cantan los motores
y los sonidos estridentes
de un timbre a mi derecha,
mezclados con el sonido
de guitarra y compás de blues.
Ahora, siento a las muchachas
alucinantes, divertidas y sensatas,
que, desbandadas luego de la clase,
de saberes que no entienden
-ni piensan entender-,
creen que la vida es una comedia.
Y es genial entenderlo,
Pues ahora no me importa el mundo…
Ni sus penas…
Ni sus deberes…
Ni sus problemas…
Ni mi Gaia…
Y estoy feliz…
Tercer Acto: Diamante Sensible (13 de Julio)
Esta noche quiero llorar
pues mi canto de aura plena
constriñe con las estrellas lejanas,
las que se pierden tras el velo púrpura
queriéndose ocultarse a tus ojitos,
de la plena conciencia…
“El temple traicionero calla la infamia”.
Mi vida, en el sol se quema mi amor
-ya es cuento sabido-,
pues ha caído parte de la careta,
solo el piso de tortuoso concreto
es el que me impide robaros un beso,
una, dos y tres veces más
he querido ser ladrón de espinos.
Carbón aparece a los ojos mi alma
y lo que todo el mundo habla de mi:
Esta noche quiero llorar
pues mi canto de aura plena
constriñe con las estrellas lejanas,
las que se pierden tras el velo púrpura
queriéndose ocultarse a tus ojitos,
de la plena conciencia…
“El temple traicionero calla la infamia”.
Mi vida, en el sol se quema mi amor
-ya es cuento sabido-,
pues ha caído parte de la careta,
solo el piso de tortuoso concreto
es el que me impide robaros un beso,
una, dos y tres veces más
he querido ser ladrón de espinos.
Carbón aparece a los ojos mi alma
y lo que todo el mundo habla de mi:
No veo los verdes en los bolsillos…
solo pisan asfalto mis sandalias,
soy el loco…
el payaso inútil…
el bobo…
el trovador falaz…
con todo… el “alfeñique idiota”
y, a su vez, un diamante sensible
en el interior de esta jaula…
que se ocultó a tu vista amable.
en el interior de esta jaula…
que se ocultó a tu vista amable.
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1 comentario:
Comprendo más de lo que el resto del común extraespectrado comprendería y menos de lo que en el fondo debiera comprender.
Pues tan vertiginoso es el mundo que os rodea, que votos, imprecaciones alegrías y penas matizan una semana entera.
Las máscaras no son eternas mio amico, han de revelarse si antes no caen bajo su propio peso.
¿Fin del acto o comienzo de la verdadera obra?
La dualidad es constante, entre tanto mal, algo de bien queda. Así como entre tanto bien, una sombra le manchará.
//Parece a instantes tan insignificante, pero en el fondo es el vértice de todo. ¡Salud por Gea!//
Siga con su camino, pues no es vuestra elección, sino vuestro ineludible destino. ¡A la carga!
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