Derrotado se vio frente a la hueste de Ventura,
cambió su balbuceo por sablazos de ira,
las tropas prestas tornaban sobre sus pisadas
cuando el señor les tocó con su porra enferma.
Con semblante oscuro acometió contra la ira de Dios
y los ángeles macabros lo elevaron con sus alas de plata;
la misión de la tardía pugna por la belleza pretérita
contagiaba al bando de las sombras…
Al momento en que las trompetas tocaban el himno del final,
los clamores de las almas sapientes le dejaban poco a poco.
“La suerte es espejismo emborrachador”
decía la última línea en el Son de Belial,
pues el hijo, Fortuna, elevaba los dados de la vida
lanzándolos sobre el campo de la impía lid:
tenuemente el velo de la esperanza se volcó a por ellos.
Era este el fin de la Ira Tenax,
de la envidia,
con su muerte se lavó la afrente de los milenios.
Los cielos se abrieron dando el respiro…
… A las tropas malditas del Tártaro.
1 comentario:
Respiro
¿Tregua o fin de la batalla?
Que importa, la guerra es eterna.
Independiente de su resultado.
En fin, curar las heridas es buena opción. Y no descuidarse. También a reparar las armas y la coraza
Saludos!
Publicar un comentario