lunes, 11 de septiembre de 2006

En tormenta


Recorro mares sin rumbo,
interminable viaje a la nada,
buscando que la tierra llegué a mis pies y
que el viento lleve con él las utopías.
Oscuros augurios, brumosas salidas,
pasajes encantados, música amarga.
Afortunada alma,
Tus manos y las suyas,
Tus ojos y los de él,
Bebiendo dulces aguas,
Observando cruel escena me encuentro,
Manteniendo en un oscuro espacio esperanza,
Vil esperanza que destruye cada vez más este destrozado corazón
Podridos designios, perversas tragedias.

Invisible poder mueve hilos,
Cuál tonta marioneta, y nuevamente me encuentro
Buscando luz, luz que no traeran tus labios.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Veo un nuevo miembro en la lista, pero no ha hecho su presentación, acá le doy la bienvenida. Me gustó su imagen de Monsieur D'Artagnan, viva el señor Dumas! Saludos.

Miguel Grammont dijo...

Nos rodea la tromenta, nos embarga la pena, la desazón hace los sentimientos corruptos. ¡Cuán frágil somos! Soñamos de día, lloramos de noche. No hay consuelo que calme las heridas, oh en hora sombría, de dulces penas y agrias alegrías.
Podemos vivir sonriendo, correr cantando, aclamar al cielo y a la tierra, mas las palabras se las lleva el viento y el pensamiento es una abstracción tan perecedera como el sol al atardecer.
¿Nos engañan nuestros sueños o conspiran nuestros deseos?
Nos embriagamos con dulce sinfonía, en una noche nos embarcamos en idílico viaje hasta descubrir que el retorno ya no es una opción, tampoco hay puerto en la otra orilla, sólo los dragones del fin del mundo. Nuafragar, ir a la deriva, aventureros idiotas embarcados en viajes insensatos, inicuas esperanzas, vanos sueños hechos de algondón de nubes y de suspiros de lluvia.
Tan frágiles, tan ingenuos, tanta claridad que no es más que una chispa ante el sol; tanta oscuridad que apenas es una penunbra ante el abismo.
Nos engaña nuestra alma, lo mejor es callar, apretar los puños,aguantar el aliento, poner la mente en blanco, cerrar los ojos. La mano ciega es a veces más justa que los ojos que se dicen sabios; las imágenes engañan, se tornan traicioneras. Dejemos de ver, Edipo alcanzó la sabiduría cuando comprendió que sus ojos penetrantes no sirvieron para nada más que conducirle a la ruina. Son oscuras mis palabras e hirientes estas letras, mi ánimo está revuelto y mis pensamientos se confunden. Pero algo de verdad pueden ofreceros, esa verdad chocante que siempre negamos, dejandonos llevar ora por nuestro buen juicio, ora por perniciosos engaños.
Dejemos que la obra siga su curso, falta mucho para la caída del telón.

El pajariyus dijo...

porq siempre estos poemas tienen q identificar a tanta gente, q crueldad de parte del destiny..

bienvenido!!

Anónimo dijo...

Bienvenido? mmmm

Tenemos conversación pendiente, siempre con el suspenso tú. Nos vemos en msn o en la micro algún día.