Donde caiga la rosa me levantare mil veces, el alma no se vende donde la fugaz estrella torna su atardecer, soy el caminante sin camino que toma mil destinos ante un suspiro eterno.
Heme aquí señores de funestos designios, atado en silencio ante el mundo, mi caballo me espera en el establo de la luna, yo no he desistido y aun deseo tomar las riendas de esa vida que aun espera el llamado de la negra bandera de mis batallas.
Soy el señor de tus pasos, el esclavo de los mares y me llevo tu vida con una mirada que no me entregues en el cierna estela de este beso que no me cansare de perseguir, pues soy el tuyo resplandor de la iris de los sueños que aun no alcanzas a descifrar, porque soy la clave que nunca tendrás y aun así me buscas en la otra vida, en el claroscuro calor que en la confusión de la batalla eleva la maldición de mi sangre.
A vagar por las brumas tierras de mi heredad, soy el rey de los muertos vivientes que aun no salen del infierno, aquellos que claman la sed de su venganza en mi rota espada, por ellos canto hoy, la cruz del sur me mira, no ve nada, pues eso soy, el dolor que ahora me llama a dormir aunque el sueño no ha caído en mis ojos.
Pero desoigo ese canto de sirenas que me llama a estrellar mi barca en las rocas de la desidia, soy Sir Roque, y mi emblema aunque roto por las sales de mis penas aun flamea en las montañas de oro de mis deseos, no me niego a luchar contra quien desee la senda muerte bajo la mellada hoja de mi sangre en el acero o de la vida que tomare para mi muerte.
Hombres de valor singular, destinos de gloria y destrucción, aun este caballero no cae del todo, la vieja torre no desiste de su pasada gloria y el viento azul de los ángeles no será oído mientras la señora de risa y cascabeles no escuche el clamor de mi lucha eterna en pos de su mirada de loba para la presa perfecta de sus besos y el postrimero abrazo para mi renacer.
Heme aquí señores de funestos designios, atado en silencio ante el mundo, mi caballo me espera en el establo de la luna, yo no he desistido y aun deseo tomar las riendas de esa vida que aun espera el llamado de la negra bandera de mis batallas.
Soy el señor de tus pasos, el esclavo de los mares y me llevo tu vida con una mirada que no me entregues en el cierna estela de este beso que no me cansare de perseguir, pues soy el tuyo resplandor de la iris de los sueños que aun no alcanzas a descifrar, porque soy la clave que nunca tendrás y aun así me buscas en la otra vida, en el claroscuro calor que en la confusión de la batalla eleva la maldición de mi sangre.
A vagar por las brumas tierras de mi heredad, soy el rey de los muertos vivientes que aun no salen del infierno, aquellos que claman la sed de su venganza en mi rota espada, por ellos canto hoy, la cruz del sur me mira, no ve nada, pues eso soy, el dolor que ahora me llama a dormir aunque el sueño no ha caído en mis ojos.
Pero desoigo ese canto de sirenas que me llama a estrellar mi barca en las rocas de la desidia, soy Sir Roque, y mi emblema aunque roto por las sales de mis penas aun flamea en las montañas de oro de mis deseos, no me niego a luchar contra quien desee la senda muerte bajo la mellada hoja de mi sangre en el acero o de la vida que tomare para mi muerte.
Hombres de valor singular, destinos de gloria y destrucción, aun este caballero no cae del todo, la vieja torre no desiste de su pasada gloria y el viento azul de los ángeles no será oído mientras la señora de risa y cascabeles no escuche el clamor de mi lucha eterna en pos de su mirada de loba para la presa perfecta de sus besos y el postrimero abrazo para mi renacer.
2 comentarios:
el rey de los muertos vivientes...
fascinantes escrito, como todos los tuyos, pero en especial por el significado de cada una de tus palabras.
besos
Siempre épico. Es un sello muy personal, Sir Roque.
Genial cómo en los límites de la batalla, aún alza un feroz grito de aliento que paralizaría a cualquier ejército enemigo.
Saludos!
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