Primer Acto: Una botella de Oporto, su merced...
I
Dos y dos son cuatro,
y más:
perfecta ironía,
cansada membresía
al grupo de los desterrados.
Blasones caídos,
tirados al suelo por la humanidad,
roídos por cien mil
bestias antropomorfas.
II
El amor, que el dejo de la razón
buscaba encontrar
en la tormenta de los días,
lo hizo a tu vera.
Corazón desdeñoso,
capitán hacia el mar peligroso,
de un Levante con piratas maltenidos,
una comparsa del demonio,
entre insultos...
y vítores sin honor...
III
Canción del respiro...
¡Uf!...
Me encantaría poder escucharla.
Una a una las piezas se entrelazan,
con el correr de los días,
perdón, de noches...
cada noche de locura entintada,
contribuyendo a estas fojas...
interminables...
Mientras vivan los ojos...
¡Ojitos!
La boca...
¡Qué labios!
¡Salud!
Segundo Acto: Otra botella a la comparsa…
I
¡Otro Oporto a la mesa!
…y una cancione a mi Dama…
¡Qué se cante a Gaia!
¡Pardiez!
Me encantaría escucharos a todos …
Venga, parroquianos,
al canto a la honra de Diana…
Perdón… ¡Doña Diana!
II
Comience el festín a mi locura…
¡Contrólense un tanto!...
Que me caigo entre vosotros,
con Toledana y Vizcaína,
y no respondo por tunantes.
Entre los mios amicos,
estos malditos truhanes,
contando por miles…
¡Qué os rajo a todos!
III
¡Más y más piden las tripas!
¡Qué les falta fundirse!
Ahora, con el alma maltrecha
contienen la ponzoña agradable.
Que permitan a los creyentes
- que a mi me vale un santo -
elegir entre “La via trovera
e pietra y la sua rumore calmo”.
Mientras…
os obsequio estos maravedíes,
malganados…
en sangre infiel…
¡Y me bebo la última!
¡Salute!
1 comentario:
Saluteee!!!!
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