sábado, 7 de marzo de 2009


Extraño, ser salido de quizás que infierno o paraíso el cual cae o desciende a tu vera para que te regocijes con sus historias de penurias, castillos y batallas donde debió su arma blandir por el honor del necesitado y el sin voz.
Extraño, sentimiento que por la sigilosa noche el espíritu se libera de la prisión de carne para extender sobre vuestros cabellos un manto de rojo y verde cielo que pueda traerme un jirón de tu carmesí vestido que llevas por este puente de versos, besos mudos y un “Te Amo” a media luz para convertirse en el dolor más exquisito de mi ser.
Una palabra, una razón, y tu servidor debatiéndose entre ambas sin saber que gana, que prima en mi corazón, en mis pupilas y en los besos de buenas noches que se incrementan con ganancias exorbitantes en mis labios en espera de su receptora.
Mancho mis manos de la sangre de mis odios y amores y hago con ellos un sacrificio a la vida, a la paz y al suicida placer de ver cómo te siento en mi vivir para luego desayunar el café agridulce de no poder decirle a la eterna estrella fugaz que traería la justicia, el amor y la unión al mundo con tal de que pueda seguir haciendo realidad esta dulce sensación de que la fotografía de tu amor se revele en mis brazos y te enmarque en la pasión y la batalla de una vida contigo.

1 comentario:

Miguel Grammont dijo...

Qué lío vivir.

Ojalá pudiera ser tan simple para nosotro cómo lo es para muchos congéneres. Pero estamos condenados a pensar, a sentir más allá del instinto. No ese instito común y básico, sino aquel elaborado sistema, complejo y difuso que hace de lo simple una verdadera odisea.

Todo sea para comprendernos mejor, para aspirar siempre a un horizonte mejor. Y tener conciencia para disfrutarlo.

Saludos Roque!