lunes, 30 de julio de 2007
Decisiones
sábado, 28 de julio de 2007
De Aggelos...
Derrotado se vio frente a la hueste de Ventura,
cambió su balbuceo por sablazos de ira,
las tropas prestas tornaban sobre sus pisadas
cuando el señor les tocó con su porra enferma.
Con semblante oscuro acometió contra la ira de Dios
y los ángeles macabros lo elevaron con sus alas de plata;
la misión de la tardía pugna por la belleza pretérita
contagiaba al bando de las sombras…
Al momento en que las trompetas tocaban el himno del final,
los clamores de las almas sapientes le dejaban poco a poco.
“La suerte es espejismo emborrachador”
decía la última línea en el Son de Belial,
pues el hijo, Fortuna, elevaba los dados de la vida
lanzándolos sobre el campo de la impía lid:
tenuemente el velo de la esperanza se volcó a por ellos.
Era este el fin de la Ira Tenax,
de la envidia,
con su muerte se lavó la afrente de los milenios.
Los cielos se abrieron dando el respiro…
… A las tropas malditas del Tártaro.
martes, 17 de julio de 2007
Tríos de una Triada (desvaríos desde el fin de los tiempos)
Primer Acto: Menguante Creación
Menguante cortés,
lloran mis opacos hablantes,
delinean el río de la tristeza
en un tiempo absorto,
en cenizas de árboles
que fueron robustos
como la sangre del joven,
caída en disturbios de la vida.
Mancillaros de ironías,
contaminaros por las vías confusas,
como este escrito…
como el diario vivir,
como el cómo y para qué,
dentro de las cátedras
de adoradores,
de serviles pasajeros...
¡Todos paranoicos!
Sinceridad de la divinidad,
de mármol, de oro y cristal…
de carne podrida
en morada ajustada
y de los opúsculos
que enceguecen a los absortos
Gracia a la inconstancia,
por la oportuna muestra de cordura:
Enseña perdida en mi creación.
Segundo Acto: Mea Tempora (11 de Julio)
Comportamientos del juicio
que premeditado dictó.
La resignación,
la tropa corriente de los días,
comprometedoras de sabores,
cual condenado al banquillo
del futuro entre las sombras
y el silencio…
…y me gusta así.
Me siento contento…
con tinto sería mejor…
Como cantan los motores
y los sonidos estridentes
de un timbre a mi derecha,
mezclados con el sonido
de guitarra y compás de blues.
Ahora, siento a las muchachas
alucinantes, divertidas y sensatas,
que, desbandadas luego de la clase,
de saberes que no entienden
-ni piensan entender-,
creen que la vida es una comedia.
Y es genial entenderlo,
Pues ahora no me importa el mundo…
Ni sus penas…
Ni sus deberes…
Ni sus problemas…
Ni mi Gaia…
Y estoy feliz…
Esta noche quiero llorar
pues mi canto de aura plena
constriñe con las estrellas lejanas,
las que se pierden tras el velo púrpura
queriéndose ocultarse a tus ojitos,
de la plena conciencia…
“El temple traicionero calla la infamia”.
Mi vida, en el sol se quema mi amor
-ya es cuento sabido-,
pues ha caído parte de la careta,
solo el piso de tortuoso concreto
es el que me impide robaros un beso,
una, dos y tres veces más
he querido ser ladrón de espinos.
Carbón aparece a los ojos mi alma
y lo que todo el mundo habla de mi:
en el interior de esta jaula…
que se ocultó a tu vista amable.
domingo, 15 de julio de 2007
El despertar (continuación de la primera parte)
¡Paf! ¡Paf! ¡Paf!
Desde el fondo del edificio sonó un insistente golpe metálico.
¡Paf! - ¡Paf! - ¡Paf!
Ahora los golpes se volvían más pausados pero intensos. El subterráneo temblaba a cada impacto. Allí quedaba la armería, la bodega, y la morgue.
¡Paf! - ¡Paf! - ¡PUM!
Algo cedió, como la vieja cerradura de un casillero. Definitivamente era la morgue, despertaba uno que antes pertenecía a lo vivos. ¿Qué perturbaría su eterno sueño?
Hubiera sido un cuento extraordinario, de esos que se extienden en la cultura popular y se vuelven mitos urbanos. Se trataba del departamento de policía, un lugar lleno de historias y relatos extraordinarios.
Como el del hombre que llegó bajo arresto por robo de diamantes. A pesar de ser capturado, nadie podía hallar las joyas, el estuche estaba vacío y no había escondrijo dónde no hubiera buscado los oficiales. Cuando fue llevado al interrogatorio, el sujeto tenía muy mal aspecto. Sudaba, apenas se incorporaba en el asiento, tenía la mirada perdida y empezaba a perder la consciencia. Lo llevaron prestos al médico de la central y… ¡Sorpresa!
Con la desesperación se había tragado los diamantes y con tanto ajetreo se empezaron a incrustar en su estómago.
Esta es la versión más moderada. Otras sugieren que los diamantes cortaron su estómago y salieron expulsados de su cuerpo en la misma celda mientras los otros presos los recogían y los guardaban para sí.
Son diversas las historias que ese viejo departamento guardaba.
Hubiera sido un cuento extraordinario, sí señor. Si no fuera porque ya todos estaban muertos.
Era una mujer, edad indeterminada, con un aspecto extraño. No parecía humano, ni siquiera cadáver. Era algo, antropomorfo.
Salió del congelador dónde estaba almacenada. Se sacó una etiqueta de su dedo gordo. Intentó leer, pero le costaba trabajo, así que arrojó el papel a un lado. Se cubrió en la medida de lo posible con la bata del forense tendido en el piso. Éste tenía el cuello desgarrado, y había rastros de sangre en el piso. La mujer se lanzó al piso y empezó a lamer la sangre. De a poco se acercaba al cuello del hombre tendido en el piso, sorbiendo cada gota de sangre. Llegó…
…E hincó con fuerza sus dientes. Con decepción corroboró que no tenían el tamaño ni ella la fuerza suficiente para desgarrar la carne, así que sólo se contentó con succionar el poco de sangre que quedaba aún en sus venas. ¿Qué estoy haciendo? Se preguntó fugazmente. Pero el olor de la sangre le atraía, le llamaba, embotaba sus sentidos y se le antojaba como un manjar al paladar. Descubrió que en realidad tenía hambre, como si nunca antes hubiera probado bocado. Y sólo la sangre podía saciarla.
Una vez terminado con el forense, siguió hacia las escaleras a tientas. La luz era intensa y sus ojos apenas empezaban a adaptarse a ella. Caminaba como si estuviera borracha, de verdad se sentía muy fatigada y hambrienta.
Primer nivel: Regado de cadáveres. En el fondo sabía bien quién era el responsable de esta masacre, lo presentía, su aroma estaba en el aire…
…mezclado con el de la sangre.
Se abalanzó contra el primer cuerpo que encontró cerca y repitió lo que había hecho con el forense. Empezaba a sentirse un poco más animada, aumentaba su fuerza, se alimentaba.
Así, uno a uno fue succionando la sangre que ante sí se le presentaba. Cualquiera diría que los cuerpos estaban dispuestos sólo para que ella hiciera de éstos su banquete.
Pero una angustia le oprimía, le mantenía alerta y no le dejaba concentrarse en lo que hacía.
¿Dónde estaba ÉL?
Era una inquietud que no le dejaba en paz, le trastornaba y le mantenía al límite de la cordura. No recordaba ni su nombre, ni su rostro, ni su relación con él. Sólo le necesitaba con suma urgencia.
Hurgó en el aire. Tenue, su aroma se hallaba entremezclado con el olor a carne y sangre. Sin vacilar, lo siguió.
Subía las escaleras a un paso mucho más seguro que antes, ya casi estaba recuperada. Subía peldaño a peldaño como si el próximo fuera a mostrarle la sombra que buscaba.
Iba llegando de a poco hacia la azotea, hasta que otro aroma desvió su atención.
¡SOPHIE!
Corrió rauda escaleras abajo, siguiendo esa esencia. Derribó de un golpe la puerta de la escalera de emergencia y se dirigió al pasillo de las salas de interrogatorio. Furtivamente se acercó a la puerta dónde el olor era más intenso, y estaba a punto de abrirla cuando de golpe la otra sombra le alcanzó nuevamente
¡NECROFELLIUS!
Ante esta encrucijada vaciló y estuvo a punto de dar vuelta atrás y subir hacia la azotea dónde creía hallar a este personaje. Pero se desplomó al suelo y reordenando sus pensamientos pudo concentrarse y hacer un esfuerzo por focalizarse en un objetivo.
Temblando abrió la puerta con cuidado y temiendo lo peor entró en la sala…
…- ¡Sophie!
Era la única persona viva. Él sabía bien cuánto significaba, por eso nunca se atrevería a dañarle.
- Mi amiga, cuánto lo siento. Esta situación jamás la contemplé…
Fin de la parte primera
martes, 10 de julio de 2007
Muchacha Ausente
sobresaliente de ausencia.
Debajo el frío pétreo,
a un lado el vacío humano,
a otro el bolso del esfuerzo,
acompañante en la difícil sucesión
de las reglas bajo techo:
Balón, red... rotación.
Entre líneas buscas abstracción
del contexto general
y las miradas lanzadas,
de cuando en cuando,
buscan algo en el horizonte.
Pues eres tú y el enigma
regalado a estos renglones
que desean encontrarte,
sentada... muchacha ausente.
La sonrisa apagada de los días,
en que no se sabe que piensas,
te hacen ver distinta al rellano seco
de los alrededores vigilantes.
Como tal hoja seca
en pasto verde y descuidado,
te haces notar seriamente
en la canción elevada a tu honor.
Requiero de tu voz
para encontrar aquella respuesta
al viaje perdido entre las sombras
de tu ausencia encadenada,
de muchacha en las luces opacas.
Así, tu contestas amable,
con tu simpatía...
Luego, después de un momento,
continuas tu lectura...
Ajena a todo.