sábado, 7 de julio de 2007


Hoy me escondo tras su sombra, escapando de sus ojos, su mirada adictiva.
La ambiguedad de la desición que he de tomar pertuba mi mente,
el engranaje de ella está en constante trabajo, y las ideas traen nubes que absorben la continuidad de la vida.
Un espacio de contemplación lejana necesito, pero no lo quiero.

Mis manos se enfrían con la idea, una mala señal... el sueño entrará en mi cuerpo, la somnolencia me embarga... pero un golpe del destino, las voces sabias, tienden a despertarme.

Ya lo sé, ya lo sabía, entré en el juego conociendo sus reglas.
Aprendo.
Acepto.
Derramo lágrimas...

Pero no caigo.



1 comentario:

Miguel Grammont dijo...

No decidáis, dejaros llevar.

Cuando la mente no pueda, dejadlo a las suertes del destino. Él se encargará de mostraros el camino.

Saludos