domingo, 11 de julio de 2010

De entre los muertos: Capìtulo XX

El corredor esta largo, los pasos retumbaban en los albores de la memoria, el sonido estridente de espadas sedientas, gritando las almas están.
-Divisé una figura, no cabía duda…-pensé
Era él.
Como actuar, que hacer o decir- debía haber pensado en ello antes de liberar a las mariposas negras que me condujeron a este lugar.
Caminé, mi espada a mi mano, los sentimientos en el hades, y mis ojos a los suyos.
Él comenzó a acercarse, los cuadros comenzaron a temblar, el viento contenía su respiración, y el tiempo se detuvo a observarnos.
Sentía como se aceleraban los latidos, pensaba que la Locura debía estar bailando al compás de la férrea sensación de espadas danzantes, de la sangre hirviendo mientras la vida pendía de un hilo con cada movimiento.
Cuando la distancia se hizo nada, nuestras miradas se cruzaron mi mano tomó con fuerza la empuñadura de mi espada, y en mi mente la enseñanza de los antiguos espadachines…
“un movimiento, una muerte”
No podía equivocarme, tenía que ser preciso y mortal, no podía dar lugar a errores, ella me aguardaba, esperaba por mí…al menos eso quería pensar.
-no divagues en pensamientos inútiles-aconsejó la Locura- ya habrá tiempo para sentimentalismos, cuando termine la batalla.
Entonces él habló.
-¿Qué os trae a mi humilde hogar?- con seriedad preguntó, sin bajar la guardia-no creo que hayas venido solo a saludar, supongo.
-Debes saberlo muy bien hechicero- respondí- vengo por aquella dama que tus bestias apartaron de mi lado, espero que no hayas osado en tocarle ni el reflejo de su sombra.
La impaciencia comenzaba a tentarme.
-¿ella? Ella está bien, deberías comenzar a preocuparte por vuestra vida, estimado espectro, no querrías morir aquí, por tus amenazantes palabras-respondió con tono burlesco.


-¡Acabad con él, de una maldita vez, no malgastéis palabras!-me gritaba emocionada la Locura.
Comenzó a mirar a mis espaldas, aun quedaban vestigios de los enfrentamientos que allí se libraron.
-Veo que mis sirvientes te han encontrado, supongo que su servicio no fue suficiente para un espectro, ¿Qué has hecho para vencerles?, acaso, ¿recitar poesía hasta dormirles?- se burlaba.
-Está es mi pluma- desenvainé mi espada, dirigiendo su filo hacia él- Si la miras con cuidado podrás ver como la sangre de tus bestias en ella está, quizás la tuya les haga compañía, aunque, ni de tinta para versos me serviría- contesté a sus palabras.
Con ojos fríos miraba el resplandor de mi espada de hoja negra como la noche, cubierta por sangre.
-¡Maldito insecto!- gritó, dando al suelo un golpe seco con su bastón-lamentarás el día que osaste empuñar una espada contra mí-continuo gritando molesto.
Que comience-dijo la locura-
¡Adelante-dame tu mejor golpe, espectro!-me amenazó, confiando en sus poderes-juro por mi amada Angélica que os arrepentiréis de vuestra amenaza.
Tomando con más fuerza que nunca mi espada, me abalancé hacia él.
Si he de morir,

Será llevándome su alma conmigo…